Una azafata llama al 911 tras ver las misteriosas señales con las manos de un niño de 7 años en un avión

Durante lo que parecía un vuelo rutinario, los crípticos gestos con las manos de un niño de siete años dejaron perplejos tanto a los pasajeros como a la tripulación. Las señales, sutiles pero inquietantes, llamaron la atención de una azafata vigilante llamada Betty, cuyo instinto la llevó a llamar discretamente al número de emergencias, despertando la preocupación y la curiosidad entre los pasajeros. A medida que el avión se acercaba a su destino, la seguridad del aeropuerto se preparaba para una situación potencialmente grave. El ambiente estaba cargado de tensión mientras se apresuraban a llegar al lugar, sin saber que lo que les esperaba desafiaría todas las expectativas, desentrañando un misterio que cautivaría a todos los implicados...

Extrañas señales de manos

En ese momento no había nadie a su lado, pero una mujer estaba sentada en el asiento contiguo. No suena tan extraño, pero lo que hacía el chico pilló desprevenida a Betty: hacía extraños gestos con las manos. "¿Qué pasa?" le preguntó el compañero de Betty. Betty jadeó. "¡Oh, me has asustado!", dijo mientras sonreía.

Extrañas señales de manos

"No ha sido nada. Me he desconectado un segundo". Otros dos compañeros ya habían empezado a repartir bebidas en aquel pasillo, así que Betty sólo podía observar desde la distancia. Observó cómo la mujer que estaba al lado del chico manejaba la situación. Pidió una copa de vino para ella y un zumo de manzana para el chico, lo que significaba que sí estaban juntos. Pero la sensación de que algo no iba bien no parecía desaparecer. El chico ni siquiera se atrevió a mirar a los colegas de Betty.

Tenía que hablar con él

Betty decidió ir a ver al chico en cuanto terminó de repartir bebidas. Se inventó una excusa de antemano, por si acaso sus colegas empezaban a hacer preguntas. Tuvo que esperar a que la mujer volviera a ir al baño para poder hablar con el chico en privado. Tras una hora de espera, por fin llegó el momento. El corazón de Betty empezó a acelerarse cuando vio que la mujer se quitaba el cinturón de seguridad.

Tenía que hablar con él

Cuando la mujer entró discretamente en el baño del avión, la intuición de Betty entró en acción. Se armó de valor, respiró hondo y se acercó al niño como si nada. A cada paso que se acercaba, su inquietud aumentaba al observar que el chico no dejaba de hacer esos crípticos gestos con las manos. Evidentemente, intentaba comunicar algo, pero Betty no entendía el significado.

Luz verde

Cuando Betty se acercó, los ojos del chico se abrieron de golpe y su mirada se desvió hacia la ventana como si buscara una salida. Sin inmutarse, Betty le tendió una ofrenda de paz, un colorido libro para colorear, con una cálida sonrisa en el rostro. "Hola", comenzó amablemente, "tengo un bonito libro para colorear para ti, si te apetece...".

Luz verde

Sin embargo, para su sorpresa, el chico seguía sin responder, con la mirada clavada en el mundo exterior como si estuviera bajo un hechizo de silencio. Sabiendo que no disponía de mucho tiempo, Betty miró hacia el lavabo. La señal seguía roja, pero podía cambiar a verde en cualquier momento. Puso el libro de colorear en la bandeja delante del niño y colocó los lápices encima. "Estoy atrás por si necesitas ayuda con algo. No te cortes en preguntar. Estamos aquí para ayudarte", susurró. De repente, la luz del lavabo pasó a verde y Betty se dirigió rápidamente a la cocina.

Necesita un compañero

Betty suspiró; su plan había fracasado. Esperaba ganarse la confianza del chico con el regalo que le había traído, pero éste ni siquiera la reconoció. ¿Y por qué iba a quitarle la mujer el libro para colorear? ¿Y si el niño cambiaba de opinión y más tarde sí quería colorear? Tenía que haber algo más que ella pudiera hacer.

Necesita un compañero

Betty sabía que no podía hacerlo sola. Necesitaba un par de ojos nuevos para ver la situación. Betty no pudo contener más el enigma y decidió confiar en su colega, Joanne. Relató los extraños signos, el peculiar comportamiento del niño en ausencia de la mujer, el miedo grabado en su rostro e incluso la misteriosa desaparición de su libro de colorear. Cuando Betty concluyó su relato, Joanne suspiró perpleja. "Todo esto me parece muy extraño", admitió. "¿Por qué no enfrentarse directamente a la mujer?".